Sunday, August 8, 2004

Una Mujer Contra El Sistema Americano, Los Domingos De La Voz (Spanish)

4 | LOS DOMINGOS DE LA VOZ | 8 DE AGOSTO DEL 2004

REPORTAJE
UNA MUJER CONTRA EL SISTEMA AMERICANO


Moore da fama a la gallega de la Casa Blanca

El documental "Fahrenheit 9/11" muestra el rostro de la activista, que denuncia desde 1981 el "injusto y corrupto" sistema social de EE. UU.

PABLO CARBALLO | TEXTO

A trav�s de los ojos curiosos y la c�mara al hombro de Michael Moore, millones de personas en todo el mundo est�n conociendo estos d�as interioridades sorprendentes de la Administraci�n Bush: los entramados empresariales que presionan al establishment, las amistades peligrosas de los hombres m�s poderosos del planeta... Aparte de esto y mucho m�s, Fahrenheit 9/11 tambi�n est� mostrando al mundo el rostro y la voz de la gallega que ostenta un r�cord extraofi cial de persistencia y fi delidad a un pu�ado de causas. Se llama Concepci�n Martin Picciotto (Conchita para los amigos, Connie en versi�n anglosajona), naci� en Santiago y se cri� en Vigo, tiene 59 a�os y lleva 23 apostada en una acera frente a la Casa Blanca. Su manifestaci�nvigilia no ha deca�do desde 1981 hasta la actualidad. Durante este periodo, en la poltrona del Despacho Oval se han sentado cuatro presidentes, a saber: Ronald Reagan, George Bush, Bill Clinton y George W. Bush.

�Y cu�l es el motivo que llev� a Concepci�n a esta protesta sin fin? En realidad, son muchos. Conchita emprendi� su vigilia por un asunto personal, pero con el tiempo fue abrazando el credo de los activistas movilizados contra la carrera armament�stica. Hoy, la gente de Pennsylvania Avenue la reconoce como una vecina m�s. Y los espectadores de Fahrenheit 9/11 atisban por un instante su cara curtida y su gesto guerrero durante un encuentro con una se�ora que pide explicaciones ante la Casa Blanca despu�s de haber perdido un hijo en Irak.

La g�nesis, una odisea

La historia de Concepci�n tiene su origen en la odisea que le supuso la separaci�n de su marido italoamericano cuando todav�a no hab�a cumplido los 30 a�os. Tras un tormentoso divorcio, un tribunal dictamin� que la custodia de la �nica hija del matrimonio deb�a ser para el padre, lo que frustr� los planes de Conchita, que pretend�a regresar con la ni�a a su tierra. No abdic�, sin embargo: recurri� a organizaciones defensoras de los derechos humanos, visit� despachos y administraciones de todo pelaje en Nueva York y Washington; apel� incluso al ministerio espa�ol de Asuntos Exteriores... Todo fue en vano.

Por eso decidi�, en 1981, plantarse delante de la Casa Blanca para expresar su rechazo por "la corrupci�n y la injusticia del sistema social norteamericano". Fue entonces cuando se sum� a Thomas Doubting, un activista que hab�a iniciado dos meses antes una protesta contra la proliferaci�n de armas nucleares.

Al igual que Concepci�n, Thomas no se ha dado por vencido en su protesta permanente. En un correo electr�nico remitido a La Voz, respondi� a las preguntas sobre la pel�cula de Michael Moore: "En realidad, ni Concepci�n ni yo hemos visto la pel�cula. Pero mucha gente nos ha contado que Concepci�n, y tambi�n nuestras pancartas, aparecen en un momento dado hacia el fi nal", explic� Thomas, el pionero de una de las vigilias m�s largas que se recuerdan.

Vivir a la intemperie

Hoy, como cada d�a de los �ltimos 8.400, la acera de Lafayette Park, a la altura del c�lebre n�mero 1.600 de la avenida Pennsylvania, es el hogar de la viguesa Connie. Durante m�s de dos d�cadas, su historia ha protagonizado decenas de reportajes en peri�dicos de todo el mundo. En ellos, adem�s de confesar repetidamente que le gustar�a regresar un d�a a Galicia, ha ido desgranando las complicadas condiciones de vida que ha asumido a cambio de perpetuar su rechazo manifi esto al sistema. Concepci�n vive a la intemperie. Subsiste a base de limosnas y donativos efectuados por simpatizantes de sus causas. Tambi�n vende peque�as piedras pintadas en las que expresa las causas que la mueven a continuar con su vigilia.

Su actitud cr�tica tambi�n le ha granjeado la correspondiente dosis de acritud de las autoridades. Uno de los momentos m�s complicados de la vigilia sin fi n de Concepci�n tuvo lugar el 8 de diciembre de 1982. Ese d�a, la polic�a dispar� y mat� al activista anti-nuclear Norman Mayer, que hab�a amenazado con hacer volar por los aires el monumento al primer presidente de los Estados Unidos, George Washington.

Para Conchita, los enfrentamientos con los agentes no han llegado tan lejos, aunque s� ha padecido su acoso. Le han prohibido dormir en un saco de dormir o colocar sillas en la acera; incluso han llegado a estipular unas medidas m�ximas para sus pancartas de denuncia y una determinada distancia de separaci�n de Thomas, su compa�ero de fatigas. Tambi�n ha denunciado amenazas policiales. Todos los presidentes que han pasado por la Casa Blanca desde 1981 han tratado de deshacerse de su inc�moda presencia. Pero Conchita lo ha resistido todo, conservando lucidez sobre el contenido de sus denuncias y sobre la identidad del enemigo, como revela su respuesta al periodista del Washington Times que le pregunt� en una ocasi�n si no tem�a los eventuales peligros nocturnos en Lafayette Park, con la presencia de alg�n individuo indeseable. Ella se�al� con el dedo la residencia ofi cial del presidente: "Lo m�s peligroso est� ah� dentro. �sa es la verdadera amenaza".

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